Cómo, al fin, el “mundo verdadero” se convirtió en una fábula
(Historia de un error)[1]
1º. El mundo verdadero, accesible al sabio, al piadoso, al virtuoso – éste vive en ese mundo, es ese mundo.
(La forma más antigua de la Idea, relativamente sensata, convincente. Perífrasis de la frase: “yo, Platón, soy la verdad”.)
2º. El mundo verdadero, inaccesible ahora, pero prometido al sabio, al piadoso, al virtuoso, “al pecador que hace penitencia”.
(Progreso de la Idea: se hace más matizada, más capciosa, más incomprensible – se convierte en mujer, se vuelve cristiana…)
3º. El mundo verdadero, inaccesible, indemostrable, no se puede prometer, pero ya un consuelo en cuanto meramente pensado, un deber, un imperativo.
(En el fondo, el viejo sol, pero por entre niebla y escepticismo: la Idea se ha hecho sublime, descolorida, nórdica, de Königsberg.)
4º. El mundo verdadero – ¿inaccesible? En todo caso, no alcanzado. Y, en cuanto no alcanzado, también incognoscible. Por lo tanto, ni consolador, ni liberador, ni obligante: ¿a qué nos puede obligar algo desconocido?
(Comienza a amanecer. Primer despertar de la razón. Canto de gallo del positivismo.)
5º. El mundo “verdadero” – una idea que no sirve para nada, que ni siquiera es obligante, - una idea estéril, que se ha hecho superflua, por lo tanto, una idea refutada: ¡deshagámonos de ella!
(Claro día; desayuno; retorno del bon sens y de la alegría; sonrojo de Platón; gran algazara de todos los espíritus libres.)
6º. Nos deshicimos del mundo verdadero. ¿Cuál nos queda? ¿Quizás el aparente? ¡No, no! ¡Con el mundo verdadero nos deshicimos también del mundo aparente!
(Mediodía: momento de la sombra más corta; fin del más antiguo error; cumbre de la Humanidad; INCIPIT ZARATHUSTRA.)
Análisis por Danilo Cruz Vélez[2]
Escena primera: Platón funda la metafísica, la razón huye de ese mundo a otro que considera ahora verdadero, renunciando a este, ahora aparente. Esta es la primera aparición de la Idea. El filósofo verdadero esboza un mundo y establece un criterio de verdad.
Escena segunda: La razón se debilita hasta llegar a ser sustentada sólo por la fe. El platonismo se funde con el cristianismo. El mundo verdadero se aleja; pero es prometido para después de la muerte. La otra vida exige rodeos como si fuera una mujer.
Escena tercera: Con la crítica escéptica de la Ilustración el hombre se desliga de lo trascendente y se instala en la Naturaleza. El otro mundo se convierte en un postulado de la razón pura práctica. El consuelo para el hombre: habitar el mundo de los fines, del deber ser.
Escena cuarta: La razón despierta de su sueño dogmático. El positivismo toma en serio las afirmaciones de Kant sobre lo cognoscible.
Escena quinta: El mundo verdadero se convierte en una fábula. Ya no es la Idea, sino una idea de Platón, una fantasía, una quimera. Platón se avergüenza de haber tenido a la Humanidad alejada de su verdadera morada.
Escena sexta: Zarathustra anuncia el comienzo de la filosofía positiva de Nietzsche. Cuando el mundo suprasensible se convierte en una fábula, sólo nos queda, de nuevo, el mundo físico, la Physis, pero no ya como mundo aparente, como lo que es en verdad, un platonismo al revés.
[1] Friedrich Nietzsche, “EL CREPÚSCULO DE LOS ÍDOLOS”
[2] En “EL PUESTO DE NIETZSCHE EN LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA”
(Historia de un error)[1]
1º. El mundo verdadero, accesible al sabio, al piadoso, al virtuoso – éste vive en ese mundo, es ese mundo.
(La forma más antigua de la Idea, relativamente sensata, convincente. Perífrasis de la frase: “yo, Platón, soy la verdad”.)
2º. El mundo verdadero, inaccesible ahora, pero prometido al sabio, al piadoso, al virtuoso, “al pecador que hace penitencia”.
(Progreso de la Idea: se hace más matizada, más capciosa, más incomprensible – se convierte en mujer, se vuelve cristiana…)
3º. El mundo verdadero, inaccesible, indemostrable, no se puede prometer, pero ya un consuelo en cuanto meramente pensado, un deber, un imperativo.
(En el fondo, el viejo sol, pero por entre niebla y escepticismo: la Idea se ha hecho sublime, descolorida, nórdica, de Königsberg.)
4º. El mundo verdadero – ¿inaccesible? En todo caso, no alcanzado. Y, en cuanto no alcanzado, también incognoscible. Por lo tanto, ni consolador, ni liberador, ni obligante: ¿a qué nos puede obligar algo desconocido?
(Comienza a amanecer. Primer despertar de la razón. Canto de gallo del positivismo.)
5º. El mundo “verdadero” – una idea que no sirve para nada, que ni siquiera es obligante, - una idea estéril, que se ha hecho superflua, por lo tanto, una idea refutada: ¡deshagámonos de ella!
(Claro día; desayuno; retorno del bon sens y de la alegría; sonrojo de Platón; gran algazara de todos los espíritus libres.)
6º. Nos deshicimos del mundo verdadero. ¿Cuál nos queda? ¿Quizás el aparente? ¡No, no! ¡Con el mundo verdadero nos deshicimos también del mundo aparente!
(Mediodía: momento de la sombra más corta; fin del más antiguo error; cumbre de la Humanidad; INCIPIT ZARATHUSTRA.)
Análisis por Danilo Cruz Vélez[2]
Escena primera: Platón funda la metafísica, la razón huye de ese mundo a otro que considera ahora verdadero, renunciando a este, ahora aparente. Esta es la primera aparición de la Idea. El filósofo verdadero esboza un mundo y establece un criterio de verdad.
Escena segunda: La razón se debilita hasta llegar a ser sustentada sólo por la fe. El platonismo se funde con el cristianismo. El mundo verdadero se aleja; pero es prometido para después de la muerte. La otra vida exige rodeos como si fuera una mujer.
Escena tercera: Con la crítica escéptica de la Ilustración el hombre se desliga de lo trascendente y se instala en la Naturaleza. El otro mundo se convierte en un postulado de la razón pura práctica. El consuelo para el hombre: habitar el mundo de los fines, del deber ser.
Escena cuarta: La razón despierta de su sueño dogmático. El positivismo toma en serio las afirmaciones de Kant sobre lo cognoscible.
Escena quinta: El mundo verdadero se convierte en una fábula. Ya no es la Idea, sino una idea de Platón, una fantasía, una quimera. Platón se avergüenza de haber tenido a la Humanidad alejada de su verdadera morada.
Escena sexta: Zarathustra anuncia el comienzo de la filosofía positiva de Nietzsche. Cuando el mundo suprasensible se convierte en una fábula, sólo nos queda, de nuevo, el mundo físico, la Physis, pero no ya como mundo aparente, como lo que es en verdad, un platonismo al revés.
[1] Friedrich Nietzsche, “EL CREPÚSCULO DE LOS ÍDOLOS”
[2] En “EL PUESTO DE NIETZSCHE EN LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA”
Creo que este texto hay que leerlo con cuidado. El título de la entrada es más certero que el lenguaje de Nietzsche cuando se trata de hablar de Platón. Porque nos estamos refiriendo al “platonismo”, esto es, a una corriente difusa, imprecisa, tremendamente variopinta y cambiante a lo largo del tiempo. Los autores contemporáneos (G. Deleuze, A. Badiou, J.L. Pardo...) cuando se ocupan de la crítica nietzscheana a la metafísica, de la “inversión del platonismo”, dejan bien claro que se trata de considerar una interpretación tópica, escolar, y no estrictamente la filosofía de Platón, la cual no se puede reducir a un esquema tan grosero (la “Teoría de las Ideas” no es achacable a Platón, y él mismo salió al paso de las simplificaciones burdas en el Parménides). La crítica nietzscheana parte de una reducción simplista, de un esperpento de sacristía y pantuflas, que por su mismo carácter viene a ser la antítesis no ya de un pensamiento transgresor y libre, sino también la antítesis de la más elemental reflexión filosófica. Por esta razón nunca me ha interesado mucho: me parece demasiado fácil filosofar a martillazos contra cucarachillas indefensas. Por supuesto, la filosofía de Platón es otra cosa, pero Nietzsche se refiere muy poco a ella, y dudo que la hubiese alguna vez intentado comprender.
ResponderEliminarUn saludo, desde Madrid.
Antonio, se agradece el comentario, pude leer en su espacio algunos comentarios referentes a este tema, y tomo en cuenta su recomendación; más, no considero que se desprenda de estas palabras de Nietzsche un ataque específicamente a la teoría platónica de las ideas, ni a sus consecuentes postulados metafísicos. Interpreto que al hablar de platonismo, Nietzsche se refiere a toda la metafísica posterior a Platón que ha contribuido a la bifurcación de la realidad, colocando a los entes ontológicos primordiales, esenciales, verdaderos, universales,... en el ámbito de lo incognoscible o inaprehensible por las facultades cognoscitivas humanas; o peor aún, en el ámbito de "lo trascendente" al hombre.
ResponderEliminarTampoco considero que la crítica nietzscheana sea una reducción simplista del desarrollo histórico de una filosofía decadente e irresponsable. Ni que los martillazos vayan dirigidos única y fácilmente a la escisión platónica idea - cosa; sino a los sistemas filosóficos que se han apoyado en ella. A saber, la filosofía cristiana, el racionalismo moderno, el criticismo y el idealismo alemán.
Le extiendo un abrazo y nuevamente agradezco su comentario.