martes, 29 de mayo de 2018

Rockwell y La teoría de la lectura como práctica social y cultural vs. Marín y los modelos de lectura como comprensión lectora y como actividad transaccional.


Marta Marín recupera dos teorías para explicar el modelo de lectura entendido como comprensión lectora.
En primer lugar, hace mención de la “perspectiva transaccional sociopsicolingüística propuesta por Kenneth Goodman, la cual se apoya en el sujeto piagetiano, quien va modificando sus esquemas internos de conocimiento a medida que se acerca a un objeto desconocido por medio de dos procesos cognitivos, a saber, la asimilación y la acomodación. Siguiendo este postulado, un lector eficaz iría construyendo el significado o sentido del texto a partir de un doble movimiento simultaneo, mediante el cual éste puede interpretar el texto, formular hipótesis de lectura, corroborarlas, modificarlas y revisarlas hasta descifrar el mensaje del autor de dicho texto, utilizando sus saberes previos y sus capacidades cognitivas; y por otra parte, estos quehaceres o acciones del lector son posibles gracias a que el texto ofrece ciertas pistas o marcas que sirven de guía – a modo de instrucciones – para orientar la lectura. Se plantea aquí la necesidad de un lector activo, que ponga al servicio del texto sus capacidades cognitivas y una intención de lectura (pues, existen diferentes objetivos que se plantea el lector a la hora de abordar un texto); a partir de allí, concluye Marín que la lectura comprensiva se puede definir diciendo que leer es construir sentidos mediante la interacción entre el texto, el cual proporciona pautas o claves; y el lector, quien hace uso de sus conocimientos previos o esquemas mentales, sus intenciones, y sus estrategias cognitivas (predicción, inferencia, verificación y corrección).
Por último, se deduce de la idea de que en el texto hay cierto sentido que se intenta transmitir, y en concordancia con él, de la idea de que los lectores siguen una tendencia generalizada a utilizar ciertos procedimientos mentales para descifrar este mensaje; que no se obtendrán tantas interpretaciones como lectores, sino que por el contrario, habría una propensión hacia la univocidad respecto del total de las interpretaciones posibles.
La utilización de este paradigma en el ámbito escolar trajo como consecuencia una serie de prácticas: en primer lugar, la idea de que para obtener lectores expertos basta con enseñar estrategias de lectura que permitan descifrar el sentido del texto a través de la utilización de las capacidades cognitivas del lector; en segundo lugar, la idea de planificar actividades intencionales para que el lector pueda construir una interpretación del texto; o apuntar a la extracción de datos por parte de los lectores a fin de que se pueda descifrar el mensaje que intenta transmitir el autor; pedir a los lectores que efectúen hipótesis de lectura antes de leer, y que luego las corroboren y corrijan; y apelar a los conocimientos previos del lector antes de comenzar la interpretación.
En segundo lugar, Marín propone tomar la teoría sobre la lectura de Rosenblat, quien plantea dos alternativas opuestas a la hora de abordar un texto literario: la lectura eferente y la lectura estética. La lectura estética está vinculada al goce, al placer; en ella son relevantes los sentimientos y las emociones que provoca un texto literario; lo afectivo, lo sensorial, las intuiciones y cualquier otro tipo de apreciación subjetiva por parte del lector es válida como modo de acceso a la literatura. La lectura eferente, por el contrario, tiene una finalidad bien diferente, pues apunta exclusivamente a la extracción de datos presentes en el texto a fin de desentrañar su contenido.
Siguiendo estas últimas propuestas, desde el aula se apunta a dos tipos de actividades distintas: En relación con una lectura de tipo eferente se pide a los alumnos que extraigan contenidos de un texto; que identifiquen personajes, lugares, argumentos, datos del autor, y que organicen esa información para descomponer y posteriormente decodificar el texto. En relación con la lectura estética, se plantean preguntas que intentan recuperar las percepciones afectivas y sensoriales que el texto provocó en los lectores, independientemente de si se pudo extraer un significado conceptual del mismo.
Como puede verse hasta aquí, en ninguna de las propuestas presentadas se hace mención del contexto cultural, social, histórico, político, económico y hasta geográfico en el cual se desarrollan las prácticas de lectura; tampoco se toma en cuenta la multiplicidad de relaciones que se establecen, gracias a la lectura, entre el texto, el autor, el lector particular y la comunidad de lectores, por ejemplo.
Como si la lectura fuese una práctica que no está atravesada por cuestiones e intereses de índole ideológico y político. Como si las propuestas pedagógicas que toman determinadas teorías acerca de la lectura, lo hicieran azarosamente y sin intenciones. Como si la escuela no fuera una herramienta para la propagación de prácticas sociales que se instauran históricamente y defienden su validez con todo el peso de la hegemonía que solo ella ha logrado. Como si nunca nadie hubiera mencionado nada acerca del poder del adiestramiento… Como si fuese creíble pensar que a alguien, un día, se le ocurrió inocentemente que tal vez era hora de repensar y rediseñar nuestros modos de leer…  

Elsie Rockwell, en cambio, propone efectuar una mirada histórica del desarrollo de las diversas prácticas de lectura que se han utilizado en la escuela, para luego poder identificar de qué modo éstas acercan o alejan a los lectores de los textos; por tal motivo afirma que es menester conocer la etnografía de dichas prácticas. Para este autor la lectura es un acto social, un intercambio social en el cual el docente tiene el potencial de posibilitar diálogos entre el alumno y el texto. Continúa diciendo que las prácticas de lectura que encontramos en las escuelas no derivan directamente de las prescripciones de los manuales, sino que son el resultado de un conjunto de elementos que interactúan en las aulas, y puesto que los usos de los manuales y de los textos son heterogéneos, entre las teorías y las prácticas pedagógicas hay un abismo, una brecha que separa a un ideal de clase, de alumno, de docente, etc. de la verdadera práctica escolar.
Rockwell toma; por una parte, los aportes de Roger Chartier, un historiador francés, quien sostiene que las prácticas de lectura son resultado del encuentro entre las maneras de leer y los protocolos de lectura, y que la lectura es una práctica cultural que abre espacios para la apropiación1 de la cultura escrita; y por otra parte un registro etnográfico realizado en la década del 70 en México que dará sustento real a su planteo teórico. A partir de estos datos, concluye que existen cuatro factores relevantes que influyen fuertemente en el desarrollo de cualquier tipo de prácticas de lectura, ellos son: el material impreso (el libro, su disponibilidad, el protocolo de lectura que establece), las maneras de leer (en las que influyen el contexto, la situación escolar, la memorización, los ritmos de lectura, el uso de la voz), las creencias acerca de la lectura (por ejemplo, acerca de la magia del libro,  de cómo usarlos correctamente, de la idea de que un buen maestro no debe ajustarse a un manual), y las prácticas orales relacionadas con lo leído (la puesta en escena de los textos, la oralidad, el dictado, el recitado, o la moda de representar diálogos, por ejemplo).
Además, Rockwell nota que en la historia de la lectura se ha dado una transición de la lectura intensiva – lecturas reiteradas – a una lectura extensiva – búsqueda de información desconocida. Y afirma que en este juego entre protocolos y prácticas, los chicos van adquiriendo estrategias de lectura, las cuales van poniendo a prueba en otros contextos, y así se van apropiando de la cultura escrita. Las experiencias escolares condicionan las relaciones que éstos establecen con el mundo de la literatura, la lectura y la escritura.
En definitiva, el hecho de que haya apropiación significa que el lector posee libertad a la hora de interactuar con lo que lee, por lo que existe una multiplicidad de modos de abordar un texto según el tipo de práctica de lectura que se desarrolle.

No hay comentarios:

Publicar un comentario