lunes, 4 de agosto de 2008

σ. Sören Kierkegaard y el concepto de angustia


La inocencia es ignorancia...
Y en la ignorancia de cada individuo está contenida la culpa de toda la especie; no obstante, la pecaminosidad no es un contagio, sino el producto de un salto cualitativo.
La inocencia es ignorancia...
Pero ¿cómo se pierde? Esta pérdida se produce gracias a la prohibición, no porque el hombre tuviera conciencia del deseo de poseer eso prohibido, sino porque frente a la posibilidad de optar se da el salto cualitativo inevitable del cual emerge la culpa, y posteriormente la pecaminosidad.
La inocencia es ignorancia...
En la inocencia no está aún el hombre determinado como espíritu, en ella el hombre está en un estado de paz y reposo, como soñando. Pero, al mismo tiempo se encuentra frente a la nada, que le provoca angustia.
La angustia es una determinación del espíritu que sueña.
La angustia es la realidad de la libertad como posibilidad antes de la posibilidad.
La angustia tiene entonces la misma determinación que la melancolía en un momento posterior. El hombre es una síntesis entre lo psíquico y lo corpóreo, con esa síntesis se despierta el espíritu. Y ¿qué relación tiene el espíritu consigo mismo? Tiene angustia de sí mismo, y de ella no puede huir, porque la ama, aunque también intenta huir de ella.
En el Génesis, la prohibición despertó el deseo, y la posibilidad de la libertad.
La infinita posibilidad de poder tiene como consecuencia otras posibilidades, de este modo es llevada la inocencia al extremo.
La inocencia es presa de la angustia en relación con lo prohibido y con el castigo, así se da el salto a la pecaminosidad y al saber.