miércoles, 10 de junio de 2009

Un breve comentario respecto de la cuestión anterior

Pero claro, la filosofía no se trata de creencias, la cuestión sería muy fácil: me creo o no que la virgen maría fue preñada por el espíritu santo.
En estos tiempos que corren nos acostumbramos a la oposición sin argumentación, a la negación como fin en sí mismo; y así, ocultando el por qué de una negación es como se vacía una crítica y se convierte en afirmación.
A veces incluso los pensamientos más obvios necesitan ser expresados, materializados en palabras, para comenzar a ser.
Entonces decía:
Está claro que al proyecto de la ilustración le ha servido la construcción de sujetos autómatas e iguales, provistos todos y en igual medida de formas a priori útiles para la interpretación y apropiación de los hechos empíricos, lo cual llevaría como consecuencia a conocimientos universales; no obstante, no queda claro cómo es que se postula que existen individuos en estado de minoridad, que poseyendo las mismas categorías de aprehensión del mundo, no pueden acceder a verdades universales, y por lo tanto les resulta imposible tomar decisiones políticas propias, y en este punto Kant fue muy claro, se refería a las culturas no occidentales que aún no estaban alineadas en pos del progreso.
Está claro que tampoco fue inocente la postulación del imperativo categórico kantiano, una supuesta forma lógica interior e inherente a todos los sujetos por igual, con aires de universalidad, que dice proponer que no se tomen a los otros como medios sino como fines en sí mismos, y que reza "siempre busca que la máxima que guíe tus actos se convierta en ley". No obstante las buenas intenciones del puntual Kant, este es un peligroso llamado a la libre interpretación, en una moral en la que no hay contenido, sólo forma, cualquier valor puede ser volcado; y puesto que el mismo Kant ha demostrado gracias a la inconsistencia de su obra, que no todos los sujetos pueden acceder a las verdades universales, no veo en qué se fundamenta la universalidad de este imperativo moral.
Está claro que el arte las más de las veces se ha enrolado en la ardua tarea de la resistencia, y está claro también que el mejor modo de alejar al arte de la crítica social, es dándole un carácter de expresión formal, donde el rojo place por su rojez. No obstante, las rupturas que el arte ha logrado manifestar incluso más acabadamente que la filosofía y que la ciencia, en algunos casos es admirable. Basta pensar en las obras impresionistas y expresionistas que fragmentaron la imagen del sujeto cerrado cartesiano y la del mundo armónico y ordenado.
La coherencia con la que Kant abordó los problemas epistemológicos, metafísicos, éticos, estéticos y políticos de su época, proporcionando una respuesta sistemática, hermética y con aires de cientificidad, realmente asusta.
Creo que la crítica kantiana junto con el sistema dialéctico hegeliano son dos de las construcciones más violentas de la historia de la filosofía.
Pero dado que no se trata aquí de creencias, afirmo. Que construcciones tales han contribuido a la interpelación ideológica sobre los indivuduos, las subjetividades, y la diferencia; en pos de lo mismo, siempre, se trata de la capitalización, de la apropiación y del ejercicio del poder.
Y no. No es una cuestión generacional, o debiera agradecer a la moira que haya puesto en mi camino un libro de Nietzsche, uno de Marx y uno de Foucault, antes que uno de Kant.

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