Punto
de partida
Como punto de partida para introducir
actividades de problematización de algunas cuestiones morales en el aula, tomé
el libro de Lestrade – Docampo, “La gran fábrica de las palabras”. La elección
de este material está relacionada con la potencialidad que tiene para
reflexionar sobre varios temas de interés filosófico.
Elegí el cuento “La gran fábrica de las
palabras” de Lestrade porque permite el abordaje de cuestiones relacionadas con
la libertad y con la identidad. En primer lugar, se puede problematizar la idea
de libertad de expresión, cuestionar cuáles son, si es que los hay, los
organismos o las instituciones que deciden quién puede decir algo o no y en qué
momento. Permite introducir la idea de censura como fuerza coercitiva, para
pensar de que tipos hay, quienes la ejercen y la han ejercido a lo largo de la
historia. Por otra parte, se puede hablar del valor de los objetos que
intercambiamos en la sociedad, ya sean estos abstractos o concretos. En
relación con la identidad, plantear la noción de autodefinición y de expresión
del propio sentir y desear por medio del lenguaje. También se puede abordar el
problema de la desigualdad social. Finalmente, pensar en el lenguaje como el
resultado de acciones humanas que está en constante cambio y que, a la vez que
es constituido por los hombres, es también constituyente, en la medida en que
define y afirma a los sujetos como
tales.
Posteriormente, realicé un listado de
posibles preguntas para llevar al aula:
¿Se imaginan cómo se puede asignar un
valor monetario a las palabras que decimos? A los objetos es fácil asignarles
un valor en muchos casos, este pan sale 10 pesos porque puedo calcular el valor
de los materiales que usé para producirlo, pero… ¿qué pasa con las cosas que no
puedo calcular de esa forma?, pensemos en otras cosas que de las cuales no
podemos afirmar exactamente cuál es su valor, ¿qué cosas se les ocurren?
¿Por qué la fábrica tiene que producir
palabras diversas?, ¿no le alcanzará con producir una cantidad pequeña de
palabras?, ¿para qué necesita el país tantas palabras diferentes?, ¿qué piensan
que pasaría si tuviéramos menos palabras en nuestro lenguaje?, ¿será que todos
los idiomas tienen la misma cantidad de palabras o habrá algunos que tengan más
y otros menos?
Si las palabras se compran, ¿yo puedo
decir cualquier palabra que se me ocurra?, ¿tengo la libertad de decir lo que
pienso o lo que siento?, ¿quiénes piensan que tienen más posibilidades de
expresarse?, y si no me puedo expresar, ¿cómo hago para que los demás me
conozcan?, ¿Cómo digo qué es lo que quiero o lo que me gusta?, ¿saben en qué
consiste la libertad de expresión?
Pero los pobres que tienen que usar las
palabras que los ricos tiran a la basura, ¿qué pueden hacer con esas palabras?,
¿no tienen la posibilidad de cambiar el significado de esas palabras que
encuentran?, ¿se podrían poner de acuerdo y redefinir las palabras que tienen?
¿Por qué piensan que, en el cuento, “te
quiero” vale más que “silla”?, ¿qué otras palabras piensan que pueden ser las
más valiosas?, ¿y las menos valiosas?, ¿quién piensan que le asigna su valor a
cada palabra?, ¿será que hay palabras que siempre valen lo mismo y que nunca
pasan de moda?
Bruno y Andrea no tienen muchas palabras,
pero ¿pueden comunicarse de otra forma?, ¿en qué partes del cuento encuentran
ejemplos?
¿Qué ideas y sentimientos puede expresar
Oscar y Bruno no?, ¿por qué?
Finalmente, para los protagonistas no son
tan valiosas las palabras porque pueden prescindir de ellas y demostrarse sus
sentimientos de otra forma. Para ustedes, ¿para qué son importantes las
palabras?, ¿para qué nos sirven?, ¿qué pasaría si no tuviéramos palabras?
Los ajustes posibles para este primer
acercamiento podrían relacionarse con la amplitud de las preguntas, las cuales
podrían ser presentadas de un modo más abierto para dar lugar a inquietudes
genuinas de los alumnos y las alumnas en relación con el material presentado.
Análisis
filosófico
Luego de establecer cuáles son las
posibles preguntas para problematizar el material elegido como punto de
partida, realicé un análisis filosófico exploratorio para indagar qué problemas
podrían presentarse en el aula como disparadores para la reflexión.
En primer lugar, como siempre que presento
un libro en el aula, pediría a los alumnos que elaboren una hipótesis acerca
del contenido o temática del cuento, a partir de la observación de la tapa;
dejaría que ellos se expresen libremente, pero si no tuvieran mucho para decir
los invitaría a observar algunos detalles de la tapa del cuento, como los
colores que utiliza la autora para representar la fábrica y el objeto que lleva
el niño en su mano.
Luego, según las características del grupo
de alumnas y alumnos, o bien iría leyendo el cuento y mostrando los dibujos que
hay en cada página y haciendo preguntas abiertas para problematizar el cuento a
medida que lo vamos leyendo, o realizaría una lectura en voz alta del cuento
pidiendo que le grupo la siga y propondría un análisis posterior, en una
segunda lectura de regreso al texto.
También me gusta la idea de proponer que
realicen una lectura silenciosa en parejas y luego haría una puesta en común en
la cual cada pareja pueda exponer sus reflexiones con respecto al cuento.
En cualquier caso, en un segundo momento,
propongo además esta problematización siguiendo el relato página por página:
Página 1
Me detendría en esta página a mostrar el
contraste entre las casas del país, todas del mismo color y bien definidas, y
la fábrica pintada de un color oscuro y representada con un dibujo en el que se
pierde la definición del edificio, donde no se distinguen claramente las
puertas ni las ventanas, su base es indefinida, y se puede ver cómo la fábrica
proyecta su sombra sobre las casitas coloridas. Invitaría al grupo de alumnas y
alumnos a tomar esta composición como un indicio, tal vez coherente con el
contenido del cuento.
Preguntaría qué relación encuentran entre
la existencia de una fábrica de palabras y la oración en la que se cuenta que casi nadie habla.
Página 2
Aquí plantearía la cuestión del valor de
las palabras: “¿Se imaginan cómo se puede
asignar un valor monetario a las palabras que decimos?”
Página 3
Plantearía una cuestión relacionada con la
diversidad del lenguaje: “¿Por qué la
fábrica tiene que producir palabras diversas?, ¿no le alcanzará con producir
una cantidad pequeña de palabras?, ¿para qué necesita el país tantas palabras
diferentes?”
Por otra parte, me detendría a observar
con el grupo la imagen de los dibujos que cortan las palabras, señalando que
pareciera tratarse de máquinas o de robots, podría preguntar también si saben
quiénes inventan las palabras, si creen que todos podríamos hacerlo o si
piensan que salen de algún lado, si alguien las administra, y si ese alguien
decide qué palabras podemos usar, ¿será posible averiguar, en caso de que
exista alguien así, quién le dio ese poder?
Páginas 4, 5 y 6
Presentaría el problema de la desigualdad
en la sociedad, en este caso en relación con el lenguaje: “Si las palabras se compran, ¿yo puedo decir cualquier palabra que se
me ocurra?, ¿tengo la libertad de decir lo que pienso o lo que siento?,
¿quiénes piensan que tienen más posibilidades de expresarse?, y si no me puedo
expresar, ¿cómo hago para que los demás me conozcan?, ¿Cómo digo qué es lo que
quiero o lo que me gusta?, ¿saben en qué consiste la libertad de expresión?
Pero
los pobres que tienen que usar las palabras que los ricos tiran a la basura,
¿qué pueden hacer con esas palabras?, ¿no tienen la posibilidad de cambiar el
significado de esas palabras que encuentran?, ¿se podrían poner de acuerdo y
redefinir las palabras que tienen?”
También plantearía la pregunta acerca de
la desigualdad en otros ámbitos de nuestras vidas y sus posibles consecuencias,
pediría ejemplos y los problematizaría, pienso que hablarán del acceso a la
tecnología, a objetos de lujo o a espacios y objetos exclusivos.
Página 7
En esta página la autora del cuento dice
qué hacen los niños con las palabras que consiguen, no las guardan para sí sino
que se las regalan a sus seres queridos; podríamos preguntarnos qué hacemos
nosotros mismos con las cosas de valor, y por qué.
Página 8
En esta parte del cuento podemos retomar
la cuestión del valor de lo que decimos y plantear la relación entre lo que
decimos y lo que somos (identidad)
“¿Por
qué piensan que, en el cuento, “te quiero” vale más que “silla”?, ¿qué otras
palabras piensan que pueden ser las más valiosas?, ¿y las menos valiosas?,
¿será que hay palabras que siempre valen lo mismo y que nunca pasan de moda?
¿Acaso las palabras que usamos dicen algo de nuestra identidad?, ¿podríamos,
usando diferentes palabras, mostrarnos de otro modo?, ¿nos sirven las palabras
para parecer?”
Páginas 10 y 11
parece Oscar, hablando con seguridad y
esto se debe a que tiene la libertad de elegir qué palabras decir. Aquí se
puede establecer una relación directa entre libertad e identidad. Podríamos
buscar en los colores con que lo ilustran algún indicio, ir más atrás en el
cuento y buscar a otros personajes que están representados con los mismos
colores, recuperar el indicio de la tapa, pensar si esos colores se relacionan
o no con la idea de poseer, si este contraste en los colores es una forma de
representar la desigualdad.
Oscar no tiene dudas, expresa sus
sentimientos en forma de sentencia, él sabe, tiene un conocimiento, y sabe
sobre el futuro de Andrea, como si este futuro también le perteneciera; Oscar
se apropia de Andrea utilizando sus palabras.
“¿Piensan
que Oscar es más o menos libre que Bruno y Andrea?, ¿Qué ideas y sentimientos
puede expresar Oscar y Bruno no?, ¿por qué?”
Página 12
En definitiva, pareciera que la
desigualdad nos condiciona, que la libertad a la que accedemos define lo que
somos, y que nos da una identidad. “¿Será
todo esto cierto?”
Final
Por último, ¿podemos desatarnos de las
estructuras que hay un una sociedad?, ¿poner nuestras propias reglas?, ¿tomar
la libertad en nuestras manos y definirnos a nosotros mismos?
“Finalmente,
para los protagonistas no son tan valiosas las palabras porque pueden
prescindir de ellas y demostrarse sus sentimientos de otra forma. Para ustedes,
¿para qué son importantes las palabras?, ¿para qué nos sirven?, ¿qué pasaría si
no tuviéramos palabras?”
Actividades de exploración
Planifiqué dos actividades previas a la
lectura del material elegido como punto de partida de este proyecto, las mismas
fueron pensadas para ser implementadas en un grado de segundo ciclo de alguna
escuela pública de jornada simple de la Ciudad de Buenos Aires. Podría utilizarse el espacio de
la biblioteca pero sería más adecuado usar el aula, ya que es un espacio de
familiaridad y en el cual, debido a que los alumnos lo consideran más propio,
es probable que se sientan más cómodos y participativos.
Actividad N°1
Presentaré una serie de objetos en una
mesa ubicada en el medio de una ronda y pediré a los alumnos que elijan alguno
que los represente y que les sirva para hablar de sí mismos, entre ellos habrá
juguetes, utensilios, útiles escolares, libros e imágenes. Empezaré por elegir
uno y decir una o dos palabras relacionadas con el objeto, luego cada uno
tendrá un tiempo para realizar su descripción.
A continuación, los invitaré a pensar
entre todos a partir de algunas preguntas: “¿Fue fácil decir algo de ustedes
usando objetos?, ¿los objetos fueron suficiente para decir todo de sí mismos?,
¿de qué otra forma podemos hablar de nosotros?, ¿y cómo hacemos para saber cómo
son y qué sienten los demás?, ¿qué observamos?”
Pienso que dirán que se pueden observar
las acciones de los otros para saber cómo son, que se pueden escuchar sus
palabras y que nosotros también tenemos esos recursos para describirnos.
Anotaré en el pizarrón: palabras, acciones, imágenes,…
Podríamos hablar acerca de nuestros modos
de expresarnos y de comunicar algo a los demás, de la distancia que hay entre
lo que decimos y lo que el otro escucha, de la diferencia entre el decir y el
hacer, de los prejuicios que nos formamos al ver o escuchar a alguien sin
conocerlo en profundidad, de cómo influye lo que los otros opinan de nosotros
para hacer lo que hacemos, de cuánto dice de nosotros lo que hacemos, y de si
existe la posibilidad de no decir nada de uno mismo, por ejemplo.
Finalmente anticiparé que estaremos
pensando entre todos a partir de algunas lecturas acerca de estas cuestiones
que hablamos hoy: de los objetos y recursos que median entre nosotros y los
otros.
Actividad N°2
Se retomarán las cuestiones abordadas en
la actividad 1, y se presentará un recurso para seguir pensando a partir de él.
Pediré a los alumnos que recuerden los
puntos de los que hablamos durante la clase anterior, recuperaré en el pizarrón
algunas palabras: expresarse, demostrar, describir, acciones, palabras,
prejuicios, comunicar, observar,…
Retomaremos algunas preguntas que dejamos
abiertas al final de la actividad anterior, recordando que no buscamos dar una
respuesta definitiva a cada una de ellas sino que intentamos pensar y
reflexionar acerca de cómo nos expresamos, nos relacionamos e interactuamos con
los demás.
Antes de presentar el libro con el que
trabajaremos durante este encuentro, les propondré que tengan en cuenta esas
preguntas y todas las nuevas que se les pudieran ocurrir después leer el libro
para pensarlas entre todos al final de la clase.
Nos sentaremos en ronda en el fondo del
aula y comenzaré a leer en voz alta el cuento “La gran fábrica de las palabras”
Familia
filosófica de conceptos
Luego de establecer una lista de preguntas
posibles, se toma una de ellas para comenzar a profundizar el análisis.
La pregunta seleccionada es ¿Por qué no
robaban la fábrica?
Los temas o conceptos clave que se pueden
relacionar con la pregunta son:
En relación con el campo de la ética: la
oposición entre el bien y el mal, la voluntad de cometer actos buenos o malos,
la justicia en manos de los individuos particulares, la libertad de acción, la
consecuencia de los actos voluntarios, la relación entre medios y fines, la
noción de castigo y la culpa por cometer un delito, por ejemplo.
En relación con la política: cuestiones en
torno al poder ejercido de un grupo sobre otros individuos, la organización
social en la cual algunos sujetos están en desventaja, es decir, la desigualdad
social como organización política, y el monopolio en cuanto al manejo de los
recursos, por ejemplo.
Una familia de conceptos filosóficos para
la idea de robar podría ser la siguiente:
a). conceptos afines: mal, delito,
justicia por mano propia, el fin justifica los medios, libertad.
b). conceptos distanciados: bien o bondad,
verdad, justicia, culpa, honradez.
c). conceptos sin relación: valentía,
realidad, amor, infinito, destino.
Tomando la idea de trabajar con el binomio
fantástico propuesta por Gianni Rodari, podríamos partir de los siguientes
pares de conceptos:
Robar – Bien: “¿Puede un robo ser un acto
de bien?”
Robar – Justicia: “A veces los robos son
actos justos”
Robar – Valentía: “Robar requiere de mucha
valentía”
Robar – Realidad: “Aunque no esté bien
hacerlo, los robos son una realidad”
Robar – Amor: “¿Está bien robar por amor?”
Robar – Honradez: “¿Todas las personas que
roban carecen de honradez?”
Robar – Destino: “Si robás, marcás tu
destino”
Y si quisiéramos abrir una
problematización relacionada con la tensión de opuestos, pienso que podría pensarse
una idea como la siguiente:
“Si
tengo que cometer un delito para ser justa, entonces los delitos pueden ser
consecuencia de la justicia, y no de su carencia”
Luego, elijo dos preguntas para desglosar
un plan de diálogo:
“¿Puede un robo ser un acto de bien?”
Las variables que tomaría en cuenta para
analizar esta pregunta son:
Teniendo
en cuenta a las personas
¿Un robo es algo bueno si lo realiza una
buena persona y algo malo si lo realiza una mala persona?
¿Un robo está bien si persona a la que le
robamos es mala o no la conocemos?
Tomando
en cuenta el fin
¿Un robo está bien si el fin por el que
cometo el robo es bueno?
¿Robar está mal si lo hago para perjudicar
a alguien?
¿Robar está bien si nadie se perjudica con
el robo?
¿Robar está bien si o hago para beneficiar
a alguien que quiero?
¿Robar está bien si todos se benefician
con el robo?
¿Robar no está mal si me sirve para
obtener la felicidad de muchas personas?
¿Robar está bien si no tengo otra opción?
Podríamos, a partir de pensar que los
robos están mal, afirmar que:
“Aunque no esté bien hacerlo, los robos
son una realidad”
Las variables que tomaría en cuenta para
analizar esta pregunta son:
Si no está bien hacerlo, ¿por qué roba a
gente?
¿Por qué encontramos en la realidad cosas
que están mal? ¿Existen excepciones en las cuales robar está bien?
Si nadie roba, ¿el robo deja de ser es
algo malo? Si todos robaran, ¿podía convertirse el robo en algo bueno?
Si los robos siguen existiendo, a pesar de
que está mal cometerlos, ¿será que hay algo más importante que hacer el bien? ¿Quién
decidió que robar está mal y por qué?
Actividades
de profundización
Tomando en cuenta el tema a problematizar
elegido por el grupo a partir de la clase 4, a saber, el robo como una acción
que puede ser considerada buena o mala.
Elijo en este caso dos fábulas para
trabajar con la clase dividida en dos grupos, uno leerá la fábula de Esopo “El
cuervo y la culebra” y el otro la fábula de Samaniego “La codorniz”.
Fábula 1
“El cuervo y la
culebra” de Esopo
Andaba un cuervo
escaso de comida y vio en el prado a una culebra dormida al sol; cayó veloz
sobre ella y la raptó. Mas la culebra, despertando de su sueño, se volvió y lo
mordió. El cuervo, viéndose morir, dijo:
-
¡Desdichado de mí, que encontré un tesoro
pero a costa de mi vida!
Antes
de tomar algo, decide si su costo vale la pena.
Fábula 2
“La codorniz” de
Samaniego
Una codorniz que
revoloteaba sobre unos trigales, al ver las espigas maduras y apetitosas, no
pudo resistir la tentación y, sin pensar en los peligros que asechan a los
animales ladrones, se abalanzó sobre una de ellas.
Quedó presa en una
trampa mortal y, mientras veía pasar el tiempo y sentía cada vez más próxima su
hora, pensaba:
“¡Infeliz de mí!
¡Por un triste grano de maíz desperdicié la felicidad de volar libremente sobre
campos y ciudades y, además, perderé la vida!”
Moraleja:
Las personas que tratan de apoderarse de algo que no les pertenece, tienen su
castigo y también pueden perder lo que ya poseían.
Las moralejas de estas dos fábulas son
moralizantes porque prescriben modos correctos de actuar: antes de robar,
piensa si eso vale la pena o actúa midiendo las consecuencias de tus actos.
En ambos casos, no se dice explícitamente
que robar está mal, pero sí aparece la relación entre medios y fines, es decir,
la pregunta acerca de si una acción vale la pena para obtener aquello que se
pretende conseguir aún a costa de un perjuicio mayor; y se menciona la idea del
castigo por tomar la elección incorrecta.
ACTIVIDAD 1
Como actividad inicial propondré a cada
grupo de alumnos armar una red de ideas formuladas en forma de preguntas que
puedan relacionarse con la moraleja que encontró en la fábula leída. La
consigna sería la siguiente:
“Piensen
qué preguntas se pudo haber hecho, el cuervo o la codorniz, antes de robar y
qué preguntas se harían ustedes en relación con un robo y las anotan para luego
pensarlas entre todos”
Luego leeré ambas fábulas al grupo
completo, escribiré ambas moralejas en el pizarrón y los invitaré a compartir
las preguntas que cada grupo pensó para compararlas y debatirlas. Imagino que
formularán preguntas similares a las siguientes:
¿Robar está bien?
¿Robar está mal?
¿Antes de robar hay que pensar si vale la
pena?
¿Todo robo tiene consecuencias?
¿El que roba siempre merece un castigo?
¿Existe algo que valga lo mismo que la
vida?
Iré anotando debajo de cada moraleja las
palabras centrales de cada pregunta: bien, mal, consecuencias, castigo, valor,
etc.
A partir de esta cuestión, podríamos
indagar si se puede considerar que robar está bien siempre que quien roba no se
perjudique cometiendo ese acto, o si el carácter de malo o bueno del robo puede
ser cuantificado en relación con el castigo o perjuicio que tendrá por
cometerlo, o con el valor del objeto robado.
Dos frases estereotipadas relacionadas con
esta temática podrían ser:
“El fin justifica los medios” y “Al que
quiera celeste, que le cueste”
ACTIVIDAD 2
Como actividad para profundizar en el tema
del robo pediré al grupo de alumnas y alumnos que piensen posibles finales para
la fábula del cuervo y la culebra en los cuales el protagonista no se muera.
Les repartiré hojas en blanco y pediré que
cada grupo escriba otros finales para esta fábula.
Pienso que los alumnos escribirán finales
en los cuales:
El cuervo no se lleva a la culebra pero se
queda con hambre,
El cuervo primero mata a la culebra y
luego se la come,
El cuervo le pide a la culebra que lo
ayude a buscar comida en otra parte.
Pensaremos entre todos que consecuencias
tendrías los finales posibles y, a partir de allí, identificaremos que las
situaciones que plantean las fábulas requieren que el protagonista tome una
decisión y por lo tanto, existen varias alternativas de acción.
A continuación, finalizaríamos la situación
problemática tomando en cuenta la siguiente estructura:
1. El
tema o situación es pensar si robaríamos.
2. Situando
a los alumnos como protagonistas de la situación.
3. Aclarando
que hay libertad de elección.
4. La
dinámica de la clase será el diálogo entre todos expresando las ideas
individualmente.
“Ahora pensemos qué haríamos nosotros en
una situación similar a la del cuervo y la culebra: pensemos que no hemos
comido nada en todo el día y estamos muertos de hambre pero no tenemos dinero,
aunque sabemos que mañana regalarán pasteles en la panadería; por lo que sólo
podríamos alimentarnos en este momento si robáramos comida o podríamos hacerlo
mañana si accedemos al pastel de regalo. ¿Qué harían ustedes?”
Finalmente, podríamos dialogar y
preguntarnos si existen casos en los valdría la pena robar, e incluso perder la
vida como consecuencia de ese robo para conseguir algo. Entonces las moralejas
perderían su valor universal.
Pienso algunos ejemplos que los alumnos
podrían plantear, como robar y perder la vida para terminar con el hambre en el
mundo, o robar y perder la vida costa de sacarle algo a los ricos para dárselo
a los pobres, por ejemplo.