Para
explicar el problema de la conciencia de la subjetividad de la experiencia,
Nagel utiliza la analogía de los murciélagos, mediante la cual se expone la
imposibilidad de adoptar un punto de vista diferente del propio a la hora de
intentar realizar una reflexión acerca de una experiencia determinada; plante
este autor que cualquier hombre, aun siendo un mamífero o poseyendo un aparato
sensitivo similar al de los murciélagos, nunca podrá saber exactamente qué
sienten o cómo viven estos sus experiencias.
No
se trata de imaginar qué sentirán los murciélagos, la imaginación no puede
contribuir a la construcción de una verdad objetiva acerca de las experiencias
de los murciélagos. Nagel amplía su analogía y reemplaza a los murciélagos por
hombres ciegos y reafirma su conclusión respecto del problema planteado; nadie
puede despojarse de su punto de vista para adoptar un punto de vista diferente;
no obstante, se puede construir algún tipo de objetividad que tome en cuenta la
irreductible subjetividad de la conciencia de la experiencia.
Y
si bien el autor no explica cómo es que podría construirse algún tipo de
objetividad considerando que es imposible despojarse de la subjetividad, al
menos hemos identificado la fuente del conflicto.
Se
trasluce en el pensamiento de Nagel una metafísica de tipo realista, por lo que
el problema de la aprehensión cognoscitiva de lo real estaría del lado del
sujeto; es decir, en la relación sujeto-objeto tenemos un objeto real que se
muestra objetivamente y un sujeto que tiene la capacidad de captar al objeto
pero que tiene dificultades para construir una ciencia objetiva a partir de
infinitos puntos de vista subjetivos.
Y
aunque el problema queda abierto, es sumamente interesante plantear
la importancia de la conciencia subjetiva de la experiencia, y la imposibilidad
de ver al sujeto como un receptáculo de datos empíricos, neutral, vacío,
pasivo.
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