- Los filósofos presocráticos
Los primeros pensadores griegos[1] que
realizaron especulaciones filosóficas partieron de la pregunta por el origen
del cosmos, por el principio de las cosas: ¿de dónde proviene todo?, ¿cuál es
el origen del universo?, ¿cuál es la materia primigenia de la que todo es
consecuencia?, ¿cuál es la sustancia fundamental que permanece a través de los
cambios?
Predominó en este período la pregunta por el arché o fundamento de todas las cosas.
Y así es como se sucedieron diversas propuestas, en
primer lugar surgió el naturalismo
(preguntas acerca de la naturaleza) de la mano de la Escuela Jónica cuyos principales exponentes fueron Tales de Mileto, Anaximandro y Anaxímenes:
ante la pregunta por la materia primordial de la que derivan todas las cosas,
Tales responde que el agua, Anaxímenes sostiene que todo proviene del aire, y
Anaximandro del infinito.
Posteriormente, los filósofos se plantean nuevas
preguntas: ¿cómo es la realidad?, ¿hay algo en ella que permanece?, ¿o está en
constante devenir? Los máximos exponentes de esta filosofía son Heráclito y Parménides, quienes sostienes posturas opuestas. Heráclito sostenía
que todo lo que es, está en constante movimiento, fluye, cambia; que todo pasa
y nada permanece. Parménides, en cambio, propone pensar a la realidad como un
todo armónico, “el ser es” y allí está incluido el universo completo.
Finalmente, vino el auge del humanismo de la mano de un grupo de filósofos llamamos “Los
Sofistas” efectuaron un giro en
torno al objeto de la pregunta filosófica, la cual ya no buscaría el fundamento
de todas las cosas en sustancias o elementos externos al sujeto, sino que
proponía pensar al hombre como medida de
todas las cosas. Estos filósofos se entrenaban en el dominio de la palabra
para convencer a otros con argumentos infalibles. Un sofista, entonces, era una
persona que podía argumentar en favor de una postura o su opuesta de modo
efectivo, logrando vencer y convencer a su interlocutor.
- La mayéutica socrática en
busca de los conceptos
Sócrates encarna el ideal de filósofo
que nos representamos hasta nuestros días; un hombre que iba por la ciudad
conversando con todos, cuestionando y haciendo preguntas acerca de obviedades,
que no obstante, nadie podía responder. El método socrático, al que denominamos
“la mayéutica”, consistía en la búsqueda
de definiciones o conceptos por medio del diálogo y las preguntas reiteradas y reformuladas.
“Solo sé que no sé nada”, con esta frase
Sócrates quería representar la idea de que el conocimiento debe ser revisado, era
una clara invitación a los jóvenes de la época a debatir y cuestionarse sus
propias creencias. Sin dudas, Sócrates fue una personalidad muy importante pero
esta actividad que desarrolló en la polis le costó la vida, hecho que impresionó
fuertemente a su sucesor: Platón, quien
lo incluyó en sus obras como el portavoz principal de su propia teoría[2].
[1] De los que se tiene
registro a partir de su mención en obras de algunos filósofos que los
precedieron.
[2] Hay que mencionar que es
difícil separar al Sócrates histórico con sus enseñanzas, del Sócrates como personaje
presente en las obras de Platón, pero existe bastante consenso entre los investigadores
del área en lo que respecta a las
características de la producción estrictamente platónica.
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